martes, 24 de marzo de 2015

Hablemos de homeopatía

Hace unos meses escuchamos que el gobierno empezará a aplicar una directiva europea por la que equiparará la regulación de productos homeopáticos con los medicamentos tradicionales. Pero, ¿sabemos qué es la homeopatía?

Es una autodenominada medicina alternativa nacida hace unos 200 años a partir de un médico sajón llamado Samuel Hahnemann. Parte de la premisa de que “lo similar se cura con lo similar” y que “cuanto mayor es la dilución, más potente es su efecto”. Lo primero que debemos hacer es contextualizar el nacimiento de la homeopatía, en aquella época los tratamientos más eficaces eran la sangría y la purgación, por lo que una medicina que se basaba en beber agua se consideró todo un avance. La potencia de un preparado homeopático es inversamente proporcional al número de diluciones. Es decir, cuanta menos sustancia activa haya más efecto se espera. La potencia se mide en “CH” o diluciones por 1/100. Si un preparado homeopático tiene 30 CH significa que por cada molécula de sustancia activa hay 1.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000
000.000.000.000.000.000 moléculas de agua, en otras palabras, en un envase de homeopatía puede que no haya ninguna molécula activa. Los defensores de la homeopatía afirman que lo que realmente cura es la “memoria del agua”, el paso de esa molécula por el agua de alguna manera queda en el líquido que se ingiere.

Una de las mayores defensas de la homeopatía es que se trata de un producto natural. Según la Real Academia Española (RAE), natural sería todo aquello perteneciente o relativo a la naturaleza. Las esferas típicas de los productos homeopáticos no crecen de los árboles, requieren un proceso artificial de diluciones y de procesos galénicos para poder obtenerlas. Un producto homeopático se podría considerar de origen natural al igual que la mayoría de medicamentos tradicionales, originariamente medicamentos como la aspirina o la amoxicilina eran obtenidos de seres vivos. No hay que olvidar el hecho de que lo natural no tiene nada que ver con ser bueno. Por ejemplo el antibiotico cotrimoxazol fue desarrollado de forma totalmente artificial en los años 50 y sigue siendo a día de hoy el tratamiento de elección en muchas infecciones.

Volviendo al principio, ¿los productos homeopáticos son medicamentos? Para que un producto, sea cual sea su origen, pueda ser considerado un medicamento debe haber demostrado su eficacia y seguridad. Desde que un científico aísla una molécula que puede llegar a ser un medicamento debe pasar por estudios químicos, estudios in vitro, estudios in vivo, estudios galénicos, estudios en animales, estudios en voluntarios sanos y estudios en pacientes, todos ellos aprobados y supervisados por las agencias reguladoras estatales. Este proceso dura alrededor de 15 años y desde el inicio de la investigación básica solo una de cada 10.000 moléculas estudiadas llega a convertirse en un fármaco. Por otro lado, el producto homeopático no requiere de ningún estudio para comprobar su eficacia y seguridad, va directamente desde el laboratorio hasta los pacientes.




En definitiva, para que cualquier producto sea considerado medicamento debería demostrar poder mejorar la salud de las personasen estudios regulados. Y sobre todo, que estar informados sobre los productos que ingerimos, sean medicamentos o no, es fundamental. 



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