martes, 31 de enero de 2017

De druidas y farmacia

El término “druida” hace referencia a miembros de la clase sacerdotal en Gran Bretaña, Irlanda, Galicia, la Galia (Francia) y posiblemente otras partes de la Europa Céltica durante la Edad de Hierro e incluso antes. No hay registros escritos por los propios druidas y la única evidencia de la que se dispone de ellos son descripciones breves realizadas por los griegos, romanos y varios autores y artistas dispersos, así como también algunas historias creadas posteriormente, en el Medievo, por escritores irlandeses. Aunque existen restos arqueológicos de las prácticas religiosas en la Edad del Hierro, ningún artefacto o imagen desenterrado se ha podido asociar indudablemente con los antiguos druidas. Muy poco se sabe aún sobre sus prácticas de culto, excepto por el ritual del roble y el muérdago según la descripción de Plinio el Viejo.

Una de las pocas cuestiones en las que coinciden las fuentes grecorromanas e irlandesas acerca de los druidas es que jugaban un papel importante en la sociedad celta. Julio César, en su descripción sobre la sociedad gala, señalaba que los druidas eran uno de los dos grupos religiosos más importantes (junto a los nobles) y eran responsables de organizar el culto, los sacrificios, la adivinación u oráculo y los procedimientos judiciales.

Entre los múltiples papeles que tenían los druidas, también estaba el de la curación, siendo los responsables de ejercer el arte de la medicina y la farmacia. En este sentido, encontramos algunas referencias recogidas en diferentes fuentes documentales. Así, en el “Ensayo sobre la Historia de la Farmacia” de los doctores D. Quintín Chiarlone y D.Carlos Mallaina, publicado en 1847, podemos leer en su sección primera (desde el año 640 a.C. hasta el siglo III de nuestra Era), capítulo primero (Farmacia española primitiva):

Así como los fenicios, también los celtíberos influyeron en la ilustración de los primitivos españoles. Los filósofos celtíberos, que llegaron a ser la admiración del mundo, se dividían en tres clases, a saber: los vates o euvates, los bardos y los druidas; estos fueron los más célebres de todos y se dedicaban al estudio de la poesía, de la física, de la geografía, de la astronomía y, especialmente, de la medicina y de la farmacia. El estudio de estas dos últimas consistía en el conocimiento de algunas hierbas y resinas. El remedio que ellos reputaban como el mejor, era una especie de goma que criaban ciertos árboles y a la cual atribuían la virtud de hacer fecundos los animales estériles. Su recolección y preparación la verificaban en medio de muchas ceremonias y misterios, que empleaban también para propinar la verbena y la pulsatila, que las contaban entre sus remedios más apreciables. También administraban con mucha fe el llamado muérdago, que es una especie de musgo (planta parásita) que se cría en los troncos de los árboles. (Plinio, lib. 16, cap. 11)

Por otra parte, en el Diccionario Histórico Enciclopédico de D. V. Joaquín Bastús, publicado en 1855, podemos encontrar en su tomo IV:

Entre los galos y los bretones, los druidas y los bardos eran los que ejercían el arte de curar. El muérdago era para ellos la panacea universal.

Finalmente, citaremos nuevas referencias a la relación entre los druidas y la farmacia que encontramos en “El Libro de los Celtas”, publicado en 2001 por Pedro Palao Pons, donde podemos leer:

[…] En este sentido podemos hablar de otro tipo de personaje también druídico, el encargado de efectuar los rituales mágicos y practicar la profecía, el vate. […] Los vates también eran los encargados de la práctica de la medicina, es decir, se ocupaban de la investigación y desarrollo de la farmacopea y su aplicación. […] Los vates tenían la obligación de conocer las propiedades de las plantas, raíces y hongos y de ellas extraían las sustancias que utilizaban para practicar su medicina. Esto implica el desarrollo de un sistema de farmacia o laboratorio autóctono dado que, aunque existían relaciones de intercambio de conocimientos entre los druidas de diferentes zonas, se supone que principalmente recurrían a las especies curativas disponibles en su entorno.


Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, parece que los druidas, entre muchas otras cosas, son unos de los precursores la profesión farmacéutica, ya que la Farmacia es una ciencia de la salud que puede definirse como la ciencia que enseña a preparar y combinar productos naturales o artificiales como remedios de las enfermedades o para conservar la salud.

Te invitamos a estar atento durante los próximos días ya que, desde nuestra UFPE, vamos a lanzar un nuevo proyecto que tiene cierta relación con todo lo comentado en este post. Estamos en la cuenta atrás (tic, tac, tic, tac...).

Seguiremos informando.

Un saludo!


Fuentes consultadas:
  • Wikipedia
  • “Ensayo sobre la Historia de la Farmacia” de los doctores D. Quintín Chiarlone y D. Carlos Mallaina. Madrid, 1847
  • Diccionario Histórico Enciclopédico de D. V. Joaquín Bastús. Barcelona, 1855
  • “El Libro de los Celtas” de Pedro Palao Pons. Barcelona, 2001
  • Diccionario de la RAE


miércoles, 18 de enero de 2017

¿Los antigripales dan somnolencia?

A partir del nuevo año pudimos ver como los anuncios de pefumes y juguetes típicos de las navidades han dejado paso a otros más propios de esta época: los antigripales. Estos medicamentos, a diferencia de los habituales, se pueden anunciar dado que no requieren de receta médica para ser dispensados. En concreto, el anuncio de Frenadol ha dado mucho que hablar en las redes sociales como podemos leer en esta noticia.




Como se puede ver en la imagen, el padre congestionado se toma un Frenadol por la mañana y luego coge el coche para llevar a sus hijos a pescar. Justo en esa escena, aparece en letra pequeña abajo que no se recomienda conducir porque puede dar somnolencia. Claro, resulta un poco contradictorio, pero, ¿se puede conducir cuando se toman antigripales?

Primero analicemos el porqué de esta recomendación. La mayoría de antigripales contienen unos principios activos llamados antihistamínicos. Estos tienen la capacidad de reducir algunos de los síntomas de la gripe como la rinorrea (dicho de otra manera: tener muchos mocos). Sin embargo, también producen un efecto depresor del sistema nervioso central, es decir, dan un poco de somnolencia. Aunque este efecto es común a todos los antihistamínicos, los de nueva generación suelen dar mucha menos somnolencia.

Por otro lado, también es cierto que las dosis empleadas en estos complejos antigripales suelen ser inferiores a las que se utilizan para otras indicaciones, por lo que se espera que produzcan una menor somnolencia. Esto, junto a que algunos preparados antigripales asocian cafeína para contrarrestar este efecto hace que no se puedan dar recomendaciones generales.



La imagen del triángulo rojo con un coche en el centro en el envase nos va a indicar que el medicamento puede alterar nuestra capacidad de conducción. Pero, para saber si realmente se puede conducir debemos acudir al prospecto. En el caso del Frenadol leemos "FRENADOL® Complex puede producir somnolencia alterando la capacidad mental y/o física. Si nota estos efectos, evite conducir vehículos o utilizar máquinas." por lo que se entiende que solo se debe evitar conducir si se nota somnolencia. Nuestro amigo del anuncio no parece tener mucha somnolencia, se le ve atento a la carretera, por lo que en principio no habría inconveniente en llevar a sus hijos a pescar. 

Por cierto, si se toman bebidas alcohólicas junto con los antigripales se potencian sus efectos adversos (incluida la somnolencia) por lo que nunca se debe tomar junto con alcohol.

Cuídense!