miércoles, 3 de septiembre de 2014

Un hábito común: la Automedicación

Se entiende por automedicación  aquella situación en que los pacientes consiguen y utilizan los medicamentos sin ninguna intervención por parte del médico (ni en el diagnóstico de la enfermedad, ni en la prescripción o la supervisión del tratamiento).

Se trata de un fenómeno de creciente incidencia social. Así lo atestiguan las últimas estadísticas dadas a conocer por el Ministerio de Sanidad  a través del Instituto Nacional de Estadística: de la medicación consumida para los catarros, el dolor, la fiebre y los reconstituyentes, más del 20% es automedicada.

La exigencia de recetas médicas para aquellos medicamentos que la requieran es imprescindible, sin embargo, a pesar de ello, puede que resulte fácil poder obtenerlos. Además, la disponibilidad de fármacos que no requieren receta médica es amplia. Esto, unido a la falta de tiempo para acudir a la consulta del médico en busca de un remedio para combatir cualquier dolencia ha convertido la automedicación en un hábito común.

Existen varios motivos que llevan a romper el ciclo paciente-medico-farmacéutico, entre ellos, considerar consejos de amigos, autodiagnosticarse una patología que ya ha sufrido y tomar el mismo medicamentos que le habían prescrito, desconfianza en la palabra del médico, dificultad de acceso a la asistencia sanitaria, etc... La automedicación es frecuente en dolores de cabeza, problemas estomacales, resfriados, dolores de garganta. Cada uno de los fármacos utilizados para tratar estas dolencias llevan consigo ciertos riesgos al utilizarlos y sobre todo, si esto se hace de forma incorrecta. Por ejemplo, los analgésicos pueden provocar daños en el hígado, generar úlceras, los antibióticos generan un importante problema que es la resistencia a los microorganismos que no solo trae problemas a nivel individual sino también poblacional. El uso indiscriminado de antiácidos puede provocar una alteración en la flora bacteriana intestinal aumentando el riesgo de infecciones, deficiencia en la absorción de vitamina B12, etc… Vale la pena destacar, que los “remedios caseros” (como las plantas medicinales, infusiones, etc) también forman parte del grupo de medicamentos mal utilizados. Algunas plantas medicinales se comportan como verdaderos fármacos. Por esta razón, la administración conjunta con “fármacos convencionales” puede producir variaciones en la magnitud de su efecto.

En forma general, al cometerse este error  nos exponemos a varios riesgos, como enmascaramiento de la enfermedad, agravamiento de la misma, efectos adversos que pueden ser muy graves, intoxicación, disminución de la efectividad…

Por todo lo expuesto anteriormente, le aconsejamos que siempre, antes de tomar cualquier medicación consulte a su médico y/o farmacéutico.


Espero que esta información les sea de utilidad.
Un saludo

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