Las compras realizadas a través de internet continúan ascendiendo año tras año. Ya no nos extraña oír a algún amigo decir que ha encargado ropa, comida, muebles, coches, electrodomésticos, etc. Hemos llegado al punto de que hay grandes
distribuidores que ofrecen servir a domicilio alimentos frescos en solo una hora.
En este contexto, en el mundo de la salud también existe el debate sobre la dispensación a domicilio de medicamentos. Ésta se puede definir como el reparto de medicamentos desde las farmacias comunitarias (las de toda la vida) o desde los servicios de farmacia de los hospitales hasta la casa de los pacientes.
Las luces de esta idea están bastante claras, ahorrar a los pacientes tener que acudir a la farmacia para que le dispensen su medicación. En el caso de los servicios de farmacia hospitalarios este beneficio se acentúa, ya que muchos pacientes tienen que recorrer largas distancias para llegar a su hospital de referencia.
Por otro lado, se deberían tener muy en cuenta las sombras. La dispensación de medicamentos no tiene nada que ver con el resto de productos que se adquieren por internet. Además de contar con unos estrictos requerimientos legales, son necesarios altos niveles de seguridad, confidencialidad y privacidad. ¿Se imaginan que el repartidor se confunda y entregue sus medicamentos a un vecino?. En el caso de que fuera una pizza se quedaría en una anécdota, pero siendo medicamentos puede suponer un problema muy grave. Otra posible sombra sería la limitación en la atención farmacéutica. Habitualmente durante las visitas a las farmacias tanto comunitarias como hospitalarias se realizan consultas sobre la medicación que ayudan al correcto seguimiento farmacoterapéutico de los pacientes, por lo que si no acude el paciente a la farmacia se verían limitadas.
Continuando con el caso de la dispensación hospitalaria en algunos centros se están llevando a cabo proyectos para mejorar la accesibilidad de los pacientes. Por ejemplo, en el Hospital La Fe tenemos un acuerdo con la
Asociación de Hemofilia de la Comunidad Valenciana con el que mensualmente se le entrega la medicación a cada paciente en su domicilio. Otro ejemplo puede ser la dispensación de la medicación a los centros de salud más cercanos como hacen en el
Hospital Can Misses de Ibiza.
Una opción que se está barajando sería el desarrollo de la telefarmacia. Es decir, realizar consultas de atención farmacéutica utilizando medios telemáticos (llamadas de teléfono, páginas webs, aplicaciones móviles) que puede incluir un servicio de dispensación a domicilio. Así, los pacientes no tendrían que desplazarse con tanta frecuencia a las farmacias sin que este hecho repercuta en la atención que recibe. En este sentido, el Servicio de Farmacia del Hospital de A Coruña y el del Clínic de Barcelona ofrece a pacientes con VIH la posibilidad de entrar en un programa de telefarmacia con consultas telemáticas y dispensación a domicilio.
En definitiva, lo único que podemos afirmar es que hay un debate abierto sobre la dispensación a domicilio. Llegado el momento nos tendremos que plantear varias preguntas, ¿se puede garantizar la seguridad y confidencialidad en la dispensación domiciliaria de medicamentos? ¿deben ser las organizaciones públicas las que lo lleven a cabo o se podría externalizar el servicio? ¿debe ir acompañado de un servicio de telefarmacia que permita abrir un canal de comunicación entre el paciente y los profesionales sanitarios?.
Cuídense!