El ruido
se define como sonido inarticulado y por lo general desagradable. Muchas
veces se emplea ruido como sinónimo
de contaminación acústica para referirse al sonido con una intensidad alta que
puede resultar perjudicial para la salud humana. La intensidad del sonido se
mide en decibelios (dB), considerándose inaceptables aquellos entornos con más
de 65 dB. Por debajo de 80 dB el oído humano no presenta alteraciones
definitivas y cuando la intensidad supera los 90 dB comienzan a aparecer
lesiones auditivas irreversibles a mayor exposición y susceptibilidad personal.
El tráfico, las formas de ocio ruidosas como conciertos o discotecas
así como algunos medios de transportes como los aviones o trenes son las principales
causas de ruido en nuestro país. De hecho, después de Japón, España es el país
más ruidoso del mundo y el que tiene un mayor índice de población expuesta a
altos niveles de ruido, con más de 9 millones de ciudadanos que soportan
niveles no recomendados para la salud.
Recientes investigaciones han demostrado
que el ruido no solo afecta a la capacidad auditiva, sino también a otros
órganos. Se ha evidenciado una fuerte
correlación entre contaminación acústica
y enfermedades cardiovasculares, como son la hipertensión arterial o el
infarto de miocardio. Otro perjudicado por el ruido es el descanso. Se sabe que
afecta a la calidad del sueño,
alterando sus ciclos, etapas y grado de profundidad. Además, el ruido estresa generando en el
organismo un aumento de los niveles en sangre de adrenalina y cortisol, que
provoca alteraciones en el sistema cardiovascular, inmune y endocrino. De la
misma manera, se ha observado que el estrés crónico que produce puede reducir las defensas del organismo
y hacerlo más susceptible a virus y bacterias. También afecta a nivel cognitivo
disminuyendo el rendimiento en el trabajo y en la escuela, y a la salud mental,
ya que se relaciona con un aumento de la
ansiedad, la irritabilidad y la inestabilidad emocional.
Además el ruido también nos afecta a la hora de relacionarnos con los
demás ya que interfiere en la comunicación oral y dificulta la comprensión,
provocando que tengamos que elevar nuestro tono de voz y así, generar más
ruido.
Pero el ruido no afecta a todos por igual, siendo los niños más
vulnerables que los adultos a padecer sus efectos. Se ha demostrado que los
niños que viven en hogares ruidosos suelen presentar un menor desarrollo
cognitivo, del lenguaje, peor comprensión lectora y también pueden sufrir
déficits de atención y memoria. Además parece que el ruido nos afecta
antes de nacer, ya que los entornos ruidosos pueden alterar la salud del feto
provocando pérdida auditiva o retraso en el crecimiento si la madre ha estado
expuesta a ruido crónico durante el embarazo.
¿Cómo podemos evitar el ruido?
Reducir la contaminación acústica requiere la colaboración de todos.
Algunas medidas son tan sencillas como no escuchar música, TV o radio demasiado
alta, alejarse de los altavoces si vamos a conciertos o discotecas, intentar
conducir de forma eficiente, sin acelerones bruscos, ni frenazos y evitando
tocar el claxon. Caminar, ir en bici o utilizar el transporte público
contribuye a disminuir el tráfico y reducir así el ruido en las ciudades.
Hay que remarcar que la lucha contra el ruido empieza por nosotros
mismos, las administraciones y la sociedad en general.
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