¿A quién afecta? El ictus
generalmente afecta a personas mayores y suele ser la consecuencia final de la
confluencia de una serie de circunstancias personales, ambientales y sociales a
las que denominamos factores de riesgo. Entre ellos tenemos:
- la hipertensión
- la diabetes
- el estrés
- antecedentes de ictus familiar
- problemas cardíacos
Pero, ¿podemos detectar un ictus? En ocasiones SÍ, ya que el ictus tiene síntomas clásicos
que aparecen en la mayoría de casos, entre los que se encuentran:
- Adormecimiento o debilidad repentina de la cara, incluyendo la desviación de la boca a un lado.
- Adormecimiento o debilidad repentina del brazo o de la pierna, sobre todo si afecta a una mitad del cuerpo.
- Confusión repentina; dificultad para hablar, pronunciar o entender palabras.
- Dificultad de visión repentina en uno o ambos ojos, incluyendo tanto pérdida de visión como aparición de “visión doble”.
- Dificultad repentina para caminar, inestabilidad, pérdida de equilibrio o de coordinación.
- Aparición de dolor de cabeza de forma brusca de causa desconocida
- Disminución brusca del nivel de conciencia/pérdida de conciencia.
¿Qué hacemos si aparecen estos síntomas? Que aparezcan estos síntomas, es indicativo de que algo no va
bien, por lo que debemos llamar inmediatamente a emergencias o, si hay
posibilidad, ir directamente a urgencias.
Lo más importante para un mejor pronóstico es la atención
precoz, así que está en nuestras manos evitar un peor desenlace simplemente
conociendo los sencillos síntomas del ictus.
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