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jueves, 30 de enero de 2014

La lepra no es una enfermedad del pasado

Recientemente tuvo lugar el día mundial contra la lepra, que nos recuerda que aún sigue existiendo. Cuando hablamos de lepra, lo más importante que hay que saber es que es una enfermedad curable y poco contagiosa, de diagnóstico fácil y que si se trata precozmente de manera efectiva se pueden evitar sus terribles secuelas, ya que ocasiona lesiones progresivas y permanentes en la piel, los nervios, las extremidades y los ojos, generando parálisis y discapacidades que son irreversibles.

Nos hemos acostumbrado a escuchar y utilizar la palabra lepra o leproso como sinónimo de algo negativo o malo y cuando deseamos expresar sentimientos de aislamiento y marginación. Esto ha hecho que se perpetúen los mitos y malentendidos relacionados con esta enfermedad así como el estigma y la discriminación hacia las personas que la padecen.

¿Sigue habiendo lepra hoy en día?

Desgraciadamente sí. Estamos en pleno siglo XXI y todavía existen personas afectadas por esta enfermedad en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2012, se registraron 232.857 nuevos casos de lepra en todo el mundo, 58 % de ellos en India. En nuestro país se notificaron a lo largo de 2012, 9 nuevos casos de lepra, la mayoría importados aunque también hay algún caso autóctono y tiene una prevalencia de 56 casos en ese mismo año.

¿Qué es la lepra y cómo se transmite?

Lepra (del griego '' lepi'', que significa escamas de un pez) es una enfermedad crónica causada por la bacteria Mycobacterium leprae o Mycobacterium lepromatosis. También  se conoce con el nombre de enfermedad de Hansen debido al médico que descubrió su etiología. Puede afectar al ser humano a cualquier edad, sin predilección por sexos, y debido a la lenta multiplicación del microorganismo, con un periodo de incubación de entre 3-5 años, los síntomas pueden tardar en aparecer hasta 20 años.

 El contagio es de persona a persona por contacto directo y prolongado entre un enfermo no tratado con posibilidad de transmitir (no todos los que padecen lepra contagian) y una persona susceptible, es decir con una predisposición especial para enfermar. Las vías de transmisión incluyen principalmente las secreciones respiratorias y en menor medida las heridas de la piel. Estudios recientes también apuntan a la posibilidad de contagio por estar en contacto con armadillos o comer su carne.

¿A qué afecta?

Principalmente existen dos tipos de lepra:
·  lepra tuberculoide se manifiesta por manchas en la piel con bordes bien definidos, o más frecuentemente placas. Tienen una superficie seca, con textura irregular y de color rosado o cobrizo. Los enfermos padecen alopecia y/o pérdida progresiva de la sensibilidad al tacto, la temperatura y el dolor. Se pueden observar nervios periféricos inflamados en las cercanías de la lesión. La OMS la engloba, junto con otras formas de lepra, en la categoría de lepra paucibacilar.
·      lepra lepromatosa se manifiesta por manchas que se extienden por todo el cuerpo, de color brillante y con bordes poco definidos. Inicialmente no produce alteraciones de la sensibilidad, aunque en un grado avanzado provoca la amputación espontánea de los miembros distales: dedos de las manos y de los pies y, en el rostro: cejas, pestañas, nariz y orejas, constituyendo la facies leonina (cara leonina). La OMS la engloba en la categoría de lepra multibacilar.

¿Cómo se trata?

Desde los años 80 se aplica un tratamiento que consiste en la combinación de tres fármacos: dapsona, rifampicina y clofazimina con muy buen resultado. En caso de intolerancia a la clofazimina, se recomienda un régimen alternativo con dapsona, rifampicina y etionamida o protionamida. La duración del tratamiento es larga, y oscila entre al menos 6 meses para la forma paucibacilar y al menos 2 años para la forma multibacilar. La tasa de recaída suele ser muy baja aunque últimamente se ha incrementado. Esto puede deberse a varias causas: reinfección (poco probable), inadecuada duración del tratamiento o mala adherencia al mismo.

¿Qué es Fontilles?

Es una asociación sin ánimo de lucro, fundada en 1902 con el objetivo de proporcionar una atención integral a los enfermos de lepra, procurando su curación, recuperación y reinserción en la sociedad. En 1909 abrió el sanatorio San Francisco de Borja, situado en la Vall de Laguar (Alicante), que ha tenido un importante papel en la erradicación de la lepra en España y que con los años ha ido reconvirtiendo su actividad, siendo en la actualidad una referencia ineludible en la lucha contra la enfermedad a nivel mundial. También se ocupa de las personas o grupos sociales que padecen otras enfermedades ligadas a la pobreza y de quienes sufren cualquier marginación social debida a la lepra o a otro tipo de discapacidad física o enfermedad dermatológica que pueda afectar a su calidad de vida. Os dejamos su página web por si os interesa: http://www.fontilles.org/

Un saludo

lunes, 27 de enero de 2014

¿Puedo beber alcohol si estoy tomando medicamentos?


El alcohol etílico, etanol o alcohol propiamente dicho es una de las sustancias psicoactivas más consumidas en el mundo industrializado; es fundamentalmente un depresor de la transmisión nerviosa en el sistema nervisoso central, que a dosis moderadas actúa como ansiolítico y a dosis excesivas predominan las alteraciones del rendimiento psicomotor.

En función de cómo sea la ingesta, así será su efecto. Beber esporádicamente alcohol inhibe el metabolismo hepático de algunos fármacos, es decir, cambia el modo en que el hígado procesa y elimina esos medicamentos. Al disminuir su metabolismo, aumenta su actividad. En cambio, la ingesta regular de elevadas cantidades de alcohol aumenta el metabolismo de los medicamentos y reduce su efectividad.

A los pacientes que reciben una terapia medicamentosa, generalmente se les recomienda no ingerir alcohol, ya sea por la reducción de la eficacia de la medicación o  los efectos adversos potenciales que pueden ocurrir.  

A continuación describimos algunas de la interacciones más frecuentes:

- Paracetamol: el alcohol aumenta la actividad enzimática del hígado y, en el caso del paracetamol, este incremento de su metabolismo se traduce en la aparición de un metabolito (una sustancia producto de la transformación que sufre el fármaco en el hígado). Este metabolito (N-acetil-benzoquinoneimina) es un importante tóxico para el propio hígado.
El consumo de paracetamol debe realizarse de forma cuidadosa en todas las ocasiones, se recomienda no superar la ingesta de 4 g de paracetamol al día. Sin embargo, el consumo de alcohol puede provocar que la cantidad diaria de paracetamol necesaria para producir un problema de toxicidad hepática, resulte menor. En los bebedores crónicos se incrementa el riesgo de sufrir daño hepático con dosis moderadas de paracetamol. 

- Antiinflamatorios: tanto los antiinflamatorios no esteroideos (por ejemplo, el ácido acetilsalicílico, ibuprofeno...) como los esteroideos (prednisona, etc.) sumados al alcohol son gastrolesivos, es decir, producen pequeñas lesiones en la mucosa gástrica que provocan epigastralgia (dolor de estómago), pirosis (sensación de quemazón a nivel retroesternal causada por el reflujo del contenido gástrico hacia el esófago) e incluso, en casos de ingestión crónica, la aparición de úlceras y hemorragias digestivas (principal complicación de la úlcera gástrica o duodenal).

- Anticoagulantes orales: el consumo de alcohol de forma aguda, aun en cantidades moderadas, potencia la acción de anticoagulantes cumarínicos, como el acenocumarol, pudiendo derivar en la aparición de hemorragias. Sin embargo, la ingesta crónica de alcohol disminuye la efectividad del anticoagulante. La recomendación en los pacientes anticoagulados es evitar el consumo  de alcohol.

- Antiepilépticos: en las personas que consumen alcohol de forma prolongada se puede acelerar el metabolismo del antiepiléptico disminuyendo su acción anticonvulsivante (ej: fenitoína).

- Inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO): constituyen una categoría terapéutica a la que pertenece cierto grupo de fármacos antidepresivos (ej: fenelzina, selegilina...) que actúan bloqueando la acción de la enzima monoaminooxidasa. Los pacientes en tratamiento con un IMAO pueden presentar una reacción hipertensiva cuando consumen bebidas alcohólicas debido a su contenido en tiramina (monoamina neutralizada por la monoaminooxidasa del cuerpo). Se recomienda evitar el consumo de bebidas alcohólicas, bebidas de bajo contenido alcohólico, e incluso cervezas libres de alcohol debido al contenido de tiramina.

- Disulfiram o agentes tipo disulfiram: la ingesta de alcohol precipita la aparición de una serie de síntomas tales como rubor facial (cara coloreada), dolor de cabeza, hipotensión, palpitaciones, taquicardia, náuseas y vómitos, que comienzan entre 10 y 15 minutos tras la ingesta de alcohol y dura varias horas. Se conoce como reacción disulfiram. 
Esta reacción ocurre con medicamentos como metronidazol, algunas cefalosporinas (antibiótico del grupo de los beta-lactámicos), furazolidona, griseofulvina, ketoconazol y clorpropamida. Los pacientes deberían abstenerse de tomar alcohol mientras estén utilizando estos medicamentos  e incluso hasta 72 horas después de finalizar el tratamiento (en pacientes con insuficiencia renal una semana).

- Depresores del sistema nervioso central: el alcohol potencia los efectos de todos aquellos fármacos que actúan a nivel cerebral tales como hipnóticos, ansiolíticos, analgésicos opioides, antidepresivos, antipsicóticos, anticonvulsivantes, anti-histamínicos... La interacción dependerá de la dosis del medicamento y del consumo de alcohol. Los pacientes deben tener en cuenta estas posibles interacciones y cómo podría afectarles (ej. somnolencia, falta de concentración, pérdida de reflejos, disminución de habilidades para determinadas tareas...) 
En alcohólicos crónicos, el metabolismo de muchos medicamentos, sobre todo los barbitúricos, puede estar acelerado y dar lugar a fenómenos de tolerancia.

- Antituberculosos: el metabolismo de la isoniazida aumenta con la ingesta crónica de alcohol, disminuyendo su eficacia.

- Antidepresivos tricíclicos (ej: imipramina, amitriptilina): el aumento de la sedación, la inhibición de la motilidad intestinal y los cambios en el contenido graso del hígado son la consecuencia de esta interacción. La habilidad para manejar máquinas puede estar disminuida. Los pacientes pueden mostrar desorden  de conducta inusual, especialmente en los primeros días de tratamiento.  

- Hipoglucemiantes orales: la ingestión aguda de alcohol  puede potenciar la hipoglucemia producida por estos medicamentos. En general los pacientes diabéticos no deben consumir alcohol o hacerlo de manera moderada. Deben tener en cuenta además el valor calórico del alcohol en sus dietas. El consumo agudo de alcohol en los pacientes que utilizan metformina incrementa el riesgo de acidosis láctica. En los pacientes alcohólicos, hay una reducción de la vida media del hipoglucemiante y por lo tanto una disminución de su acción. La clorpropamida es capaz de provocar una reacción disulfiram cuando se ingiere con alcohol.

En definitiva, el alcohol siempre debe consumirse de forma moderada y cuidadosa, pero de forma especial si toma medicamentos. Estamos a vuestra disposición para cualquier consulta.

Un saludo

miércoles, 15 de enero de 2014

Embarazo e infección por VIH

El VIH ha sido uno de los temas más tratados en nuestro blog. Con esta entrada queremos recordar los aspectos más importantes a tener en cuenta en lo referente a la transmisión del VIH de la madre embarazada a su hijo, es lo que se conoce como “transmisión vertical” (TV).

En marzo del año pasado se publicó el “Documento de consenso para el seguimiento de la infección por el VIH en relación a la reproducción, embarazo, parto y profilaxis de la transmisión vertical del niño expuesto”, en el que participaron GeSIDA y las Sociedades Españolas de Ginecología y Obstetricia y de Infectología Pediátrica.

Lo más importante es detectar a las mujeres infectadas, ya que de esta manera se pueden poner las medidas para evitar la transmisión materno-fetal. Es recomendable que las mujeres que tengan sospecha o sepan que están infectadas se asesoraren en el caso de que quieran concebir o que estén embarazadas. Las principales razones son:

-Evitar llegar al parto sin conocer su condición de infectada por el VIH.

-En el caso de mujeres conocedoras de su infección y en tratamiento antirretroviral (TAR), es necesario la revisión del tratamiento para evitar fármacos potencialmente teratógenos.

Desde el punto de vista del clínico, es fundamental ofrecer a toda embarazada la información adecuada y la realización de la serología frente al VIH. Se pueden encontrar tres grupos de pacientes: las que conocen la infección antes de la gestación, las diagnosticadas al principio del embarazo y las diagnosticadas en fases avanzadas del embarazo.

Las mujeres infectadas por el VIH tienen un riesgo aumentado de aborto espontáneo, que se asocia directamente con el estadio de la enfermedad e inversamente con el número de CD4 y el tiempo de progresión de la infección.

Las mujeres que ya reciben TAR en el momento de la concepción, no deben suspenderlo si no es por indicación médica. La embarazada debe concocer, tanto los aspectos beneficiosos del tratamiento (reducción de la carga viral y por consiguiente de riesgo de TV) como las posibles repercusiones sobre el embarazo y a largo plazo, sobre el recién nacido. Los beneficios obtenidos con el tratamiento en la madre y el hijo superan a los riesgos potenciales de su uso en el embarazo. No se ha demostrado que el uso del TAR durante el embarazo se asocie a una mayor frecuencia de malformaciones, a excepción de Efavirenz, que está contraindicado en el primer trimestre de embarazo. El fármaco de elección a formar parte del TAR en embarazadas es Zidovudina (a excepción de que exista resistencia documentada o intolerancia al mismo), ya que se trata del antirretroviral del que se dispone de más experiencia.

El tema se complica en el caso de pacientes diagnosticadas en fases avanzadas de la gestación o durante el parto. La mayoría de los niños infectados son hijos de madres no diagnosticadas o con un diagnóstico tardío de la infección. Ante un test positivo al VIH se ha de actuar con la mayor celeridad posible para disminuir el riesgo de TV.

El periodo de mayor riesgo de TV del VIH es el momento del parto. Los factores de riesgo son la carga viral de la madre en plasma y en las secreciones cérvico-vaginales, el estadio de la enfermedad, la duración del parto, el TAR recibido y la vía de parto. Con toda la información, la forma de parto ha de ser consensuada con la madre y el equipo multidisciplinar formado por el ginecólogo, neonatólogo e infectólogo para comentar los riesgos y ventajas de las distintas modalidades.

La mayoría de los niños podrán recibir monoterapia con Zidovudina como profilaxis a la infección VIH, pero en los casos en los que haya más riesgo de transmisión vertical, deberá valorarse la triple terapia.

Con las medidas de prevención de transmisión vertical existentes, el riesgo de transmisión al recién nacido es muy bajo y la mera infección materna por el VIH no es un motivo que justifique la interrupción de la gestación. A su vez, la gestación no empeora la progresión de la enfermedad. Por eso es importante que la mujer embarazada se informe de las medidas preventivas adecuadas para evitar la transmisión del virus a su hijo, de la eficacia de las mismas y del buen pronóstico, en general, del embarazo.

Para más información os recomendamos acceder al documento. Un saludo

jueves, 9 de enero de 2014

¿Qué información contienen los envases de los medicamentos?

El cartonaje de los medicamentos forma parte del acondicionamiento secundario del mismo, es decir la parte más externa, a diferencia del primario (blister, frascos, tubos, viales, etc.) que está en contacto directo con el medicamento.

Aunque la información que deben contener estos envases está regulada por el RD 1345/2007, su entendimiento a veces se hace complicado y esto cobra mayor importancia cuando en ocasiones tiramos el prospecto y solo disponemos del envase como única información. Para intentar ayudar a su comprensión, reproducimos aquí la ficha elaborada por el Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) que explica la información contenida en los envases de medicamentos.


Aclarar que el símbolo del triángulo negro invertido del que hablamos hace unos meses en nuestro blog, no aparece ni en el envase exterior ni en el etiquetado interior del medicamento sino únicamente en la ficha técnica (información destinada a los profesionales sanitarios) y en el prospecto.

Ante cualquier duda consulta con tu médico o farmacéutico.

Un saludo