En marzo del año pasado se
publicó el “Documento de consenso para el
seguimiento de la infección por el VIH en relación a la reproducción, embarazo,
parto y profilaxis de la transmisión vertical del niño expuesto”, en el que
participaron GeSIDA y las Sociedades Españolas de Ginecología y Obstetricia y
de Infectología Pediátrica.
Lo más importante es detectar a las mujeres infectadas, ya
que de esta manera se pueden poner las medidas para evitar la transmisión
materno-fetal. Es recomendable que las mujeres que tengan sospecha o sepan que
están infectadas se asesoraren en el caso de que quieran concebir o que estén
embarazadas. Las principales razones son:
-En el caso de mujeres
conocedoras de su infección y en tratamiento antirretroviral (TAR), es
necesario la revisión del tratamiento para evitar fármacos potencialmente
teratógenos.
Desde el punto de vista del
clínico, es fundamental ofrecer a toda embarazada la información adecuada y la
realización de la serología frente al VIH. Se pueden encontrar tres grupos de
pacientes: las que conocen la infección antes de la gestación, las
diagnosticadas al principio del embarazo y las diagnosticadas en fases
avanzadas del embarazo.
Las mujeres infectadas por el VIH tienen un riesgo aumentado de
aborto espontáneo, que se asocia directamente con el estadio de la enfermedad e
inversamente con el número de CD4 y el tiempo de progresión de la infección.
Las mujeres que ya reciben TAR en
el momento de la concepción, no deben suspenderlo si no es por indicación
médica. La embarazada debe concocer, tanto los aspectos beneficiosos del
tratamiento (reducción de la carga viral y por consiguiente de riesgo de TV)
como las posibles repercusiones sobre el embarazo y a largo plazo, sobre el recién
nacido. Los beneficios obtenidos con el tratamiento en la madre y el hijo
superan a los riesgos potenciales de su uso en el embarazo. No se ha demostrado
que el uso del TAR durante el embarazo se asocie a una mayor frecuencia de
malformaciones, a excepción de Efavirenz, que está contraindicado en el primer
trimestre de embarazo. El fármaco de elección a formar parte del TAR en
embarazadas es Zidovudina (a excepción de que exista resistencia documentada o
intolerancia al mismo), ya que se trata del antirretroviral del que se dispone
de más experiencia.
El tema se complica en el caso de
pacientes diagnosticadas en fases
avanzadas de la gestación o durante el parto. La mayoría de los niños
infectados son hijos de madres no diagnosticadas o con un diagnóstico tardío de
la infección. Ante un test positivo al VIH se ha de actuar con la mayor
celeridad posible para disminuir el riesgo de TV.
El periodo de mayor riesgo de TV del VIH es el momento del parto.
Los factores de riesgo son la carga viral de la madre en plasma y en las
secreciones cérvico-vaginales, el estadio de la enfermedad, la duración del
parto, el TAR recibido y la vía de parto. Con toda la información, la forma de parto
ha de ser consensuada con la madre y el equipo multidisciplinar formado por el
ginecólogo, neonatólogo e infectólogo para comentar los riesgos y ventajas de
las distintas modalidades.
La mayoría de los niños podrán
recibir monoterapia con Zidovudina como profilaxis a la infección VIH, pero en
los casos en los que haya más riesgo de transmisión vertical, deberá valorarse
la triple terapia.
Con las medidas de prevención de transmisión vertical existentes,
el riesgo de transmisión al recién
nacido es muy bajo y la mera infección materna por el VIH no es un motivo
que justifique la interrupción de la gestación. A su vez, la gestación no
empeora la progresión de la enfermedad. Por eso es importante que la mujer
embarazada se informe de las medidas preventivas adecuadas para evitar la
transmisión del virus a su hijo, de la eficacia de las mismas y del buen
pronóstico, en general, del embarazo.
Para más información os
recomendamos acceder al documento. Un saludo
No hay comentarios:
Publicar un comentario