Hace
unos meses escuchamos que el gobierno empezará a aplicar una directiva europea
por la que equiparará la regulación de productos homeopáticos con los
medicamentos tradicionales. Pero, ¿sabemos qué es la homeopatía?
Es una autodenominada
medicina alternativa nacida hace unos 200 años a partir de un médico sajón
llamado Samuel Hahnemann. Parte de la premisa de que “lo similar se cura con lo
similar” y que “cuanto mayor es la dilución, más potente es su efecto”. Lo
primero que debemos hacer es contextualizar el nacimiento de la homeopatía, en
aquella época los tratamientos más eficaces eran la sangría y la purgación, por
lo que una medicina que se basaba en beber agua se consideró todo un avance. La
potencia de un preparado homeopático es inversamente proporcional al número de
diluciones. Es decir, cuanta menos sustancia activa haya más efecto se espera. La
potencia se mide en “CH” o diluciones por 1/100. Si un preparado homeopático
tiene 30 CH significa que por cada molécula de sustancia activa hay
1.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000
000.000.000.000.000.000
moléculas de agua, en otras palabras, en un envase de homeopatía puede que no
haya ninguna molécula activa. Los defensores de la homeopatía afirman que lo
que realmente cura es la “memoria del agua”, el paso de esa molécula por el
agua de alguna manera queda en el líquido que se ingiere.
Una
de las mayores defensas de la homeopatía es que se trata de un producto natural. Según la Real Academia Española
(RAE), natural sería todo aquello
perteneciente o relativo a la naturaleza. Las esferas típicas de los productos
homeopáticos no crecen de los árboles, requieren un proceso artificial de
diluciones y de procesos galénicos para poder obtenerlas. Un producto homeopático se podría considerar
de origen natural al igual que la mayoría de medicamentos tradicionales, originariamente medicamentos como
la aspirina o la amoxicilina eran obtenidos de seres vivos. No hay que
olvidar el hecho de que lo natural no tiene nada que ver con ser bueno. Por
ejemplo el antibiotico cotrimoxazol fue desarrollado de forma totalmente
artificial en los años 50 y sigue siendo a día de hoy el tratamiento de
elección en muchas infecciones.
Volviendo
al principio, ¿los productos homeopáticos son medicamentos? Para que un
producto, sea cual sea su origen, pueda ser considerado un medicamento debe
haber demostrado su eficacia y seguridad. Desde que un científico aísla una
molécula que puede llegar a ser un medicamento debe pasar por estudios
químicos, estudios in vitro, estudios in vivo, estudios galénicos, estudios en
animales, estudios en voluntarios sanos y estudios en pacientes, todos ellos aprobados
y supervisados por las agencias reguladoras estatales. Este proceso dura
alrededor de 15 años y desde el inicio de la investigación básica solo una de cada 10.000 moléculas estudiadas llega a convertirse en un fármaco. Por otro lado, el producto homeopático no requiere de ningún estudio
para comprobar su eficacia y seguridad, va directamente desde el laboratorio
hasta los pacientes.
En
definitiva, para que cualquier producto sea considerado medicamento debería demostrar poder mejorar la salud de las personasen estudios regulados. Y sobre todo, que
estar informados sobre los productos que ingerimos, sean medicamentos o no, es fundamental.
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