En noviembre del año pasado la revista
científica The Lancet publicó un artículo del estudio CONCORD-2. En este estudio se recogen los datos mundiales de 279 registros de cáncer, entre 1995 y 2009, con el objetivo de saber cuál es la supervivencia global de los distintos tipos de cáncer. Los resultados ponen en evidencia la diferente supervivencia del cáncer en función del lugar donde vive la persona que lo padece.
En España, los
resultados arrojan cifras esperanzadoras para el cáncer de mama y de próstata,
con un 83,7% y un 87,1% de supervivencia respectivamente. La supervivencia para
el cáncer de cuello de útero es del 65,2% y la del cáncer de colon del 59,3%, mientras
que la cifra más baja corresponde al cáncer de pulmón, con un 12,6%.
Aprovechando
estas cifras, nos parece importante recordar que existen cánceres que se pueden
diagnosticar precozmente, lo que implica un inicio temprano del tratamiento y
un aumento de la supervivencia.
A
continuación vamos a repasar las pruebas de diagnóstico precoz para algunos de
ellos:
Test de sangre oculta en heces (TSOH) que, como su nombre indica, detecta si existe o no sangre en las heces. Si
el resultado de la prueba es positivo se completa el estudio con una colonoscopia completa para visualizar
el origen del sangrado. El objetivo del cribado del cáncer de colon no solo es
su diagnóstico precoz, que permite tratarlo en sus estadios iniciales donde la
supervivencia es mucho más elevada, sino que incluso se puede evitar la
aparición misma de la enfermedad. Se estima que cerca del 90% de los cánceres de colon y recto podrían ser curados si se
detectasen de modo precoz, antes de que la enfermedad alcanzase sus estadíos
más avanzados.
El cribado de cáncer de colon tiene como
público la población de riesgo medio, esto es hombres
y mujeres entre 50 y 69 años en los que no existen antecedentes familiares.
Las personas con un historial previo de
cáncer de colon o con antecedentes familiares han de considerarse como
población de alto riesgo y están sometidas a un seguimiento especial .
La periodicidad de la prueba del Test de Sangre
Oculta en Heces (TSOH) es de dos
años.
La técnica
utilizada más eficaz es la mamografía,
que consiste en una radiografía de las mamas capaz de detectar lesiones en
estadios muy incipientes de la enfermedad:
• La mamografía permite detectar lesiones en la mama hasta dos años antes
de que sean palpables y cuando aún no han invadido en profundidad ni se han
diseminado a los ganglios ni a otros órganos.
• Cuando el tumor se detecta en estas etapas precoces es posible aplicar
tratamientos menos agresivos, que dejan menos secuelas físicas y psicológicas
en la mujer.
La dosis de
radiación empleada en la mamografía es mínima, por lo que resulta inofensiva.
Otros
métodos complementarios a la mamografía son la exploración física, realizada periódicamente por el médico o por la
propia mujer. Sin embargo, no se
recomienda la realización de autoexploración de las mamas como único método de
diagnóstico precoz, debido a su baja fiabilidad. Se estima que la
mamografía permite detectar el 90% de los tumores y el examen físico menos
de un 50%.
En la actualidad se llevan a cabo programas de screening de cáncer de mama
dirigidos a las mujeres de mayor riesgo, cuya edad está comprendida entre los 50 y los 65 años, mediante la
realización de mamografías cada 1-2 años.
Recientemente, se está incorporando a los programas de screening las
mujeres en edades entre 45-49 años y 65-69 años. En mujeres entre los 40 y 45
años solamente puede ser aconsejable si existen factores de riesgo elevado como
el genético. Hay que tener en cuenta que la mamografía es menos sensible en
mujeres con mamas densas como ocurre en el grupo de mujeres jóvenes.
Las
revisones ginecológicas habituales y la realización regular del test de Papanicolau o citología
cérvico-vaginal permite el diagnóstico de las lesiones premalignas, de tal
forma, que su tratamiento evita que éstas evolucionen a lesiones
invasivas.
La
aplicación de los programas de cribado realizada de forma eficaz, ha demostrado
ser efectiva en la reducción de la incidencia y mortalidad por cáncer de cuello
uterino en todo el mundo, aunque ninguno ha logrado erradicar totalmente la
enfermedad.
El test de
Papanicolau es una prueba sencilla, no dolorosa que se realiza durante el
examen ginecológico de rutina. Mediante una espátula se obtienen células del
fondo de la vagina y del ectocérvix. La prueba ha de realizarse entre periodos.
Para evitar el mayor número posible de errores es importante que la
mujer 48 horas antes de acudir al ginecólogo: evite las relaciones sexuales,
lavados vaginales o la aplicación de espermicidas o cremas vaginales.
Se
recomienda la realización de este test en mujeres
que sean o hayan sido sexualmente activas que no hayan sido sometidas a histerectomía o lo hayan sido por cáncer
de cérvix o por lesiones premalignas, con edades comprendidas entre 25 y 65
años. El límite de edad superior dependerá de si
las dos últimas citologías son normales.
Se deberá
realizar el test con una periodicidad de
tres años.
Esperamos
que esta información os haya sido de utilidad. Un saludo.